A Terceira Margem – Parte DLXXXIV

Jornada Pantaneira

El Semanario n° 690, 13.07.1867

El Semanario – A Visão Paraguaia
Parte I

Alguns cronistas e historiadores, de todas as eras, se preocupam em atrelar os relatos dos eventos históricos às suas convicções ideológicas, ressaltar o heroísmo das tropas nacionais, a pusilanimidade dos adversários ou ainda a autopromoção pessoal compro­metendo, com isso, a veracidade dos acontecimentos.

Depois de apresentarmos a Retirada da Laguna, segundo Taunay, vamos repercutir a versão paraguaia em que a mídia, sob a égide de um atroz e onipotente “Déspota Nada Esclarecido” ([1]) forjava os fatos, transformando derrotas em vitórias, manipulando o nú­meros de mortos e prisioneiros nos embates sempre a seu favor e apontando as crueldades promovidas pelos seus cruéis sequazes como se tivessem sido promo­vidas pelos brasileiros.

O crédulo e ignaro povo para­guaio ainda considera como seu maior herói o faci­noroso ditador Francisco Solano López que há 150 anos invadiu o Brasil e deflagrou a Guerra do Paraguai (dezembro de 1864 a março de 1870).

Solano López ‒ A Vida Fluminense n° 117

Solano López foi convertido ao longo dos anos em uma espécie de religião cívica, um culto disparatado embora tenha deixado como herança apenas a derrota e a humilhação. O Paraguai foi destroçado, perdeu par­tes do seu território para a Tríplice Aliança e a maioria dos historiadores estimam que ¾ de sua população tenha perecido em combate, de fome ou doenças nos cinco anos do conflito.

Origem do Conflito

O Paraguai mantinha estreitas relações comer­ciais com o Uruguai, pois dependia do seu porto em Montevidéu ao mesmo tempo que considerava o Brasil e a Argentina como imperialistas. Quando, em outubro de 1864, o Brasil invadiu o Uruguai para afastar do poder o setor “Blanco” radical, estes convenceram o Solano López de que os brasileiros iriam atentar, mais tarde, contra sua soberania. O resultado da guerra de curta duração (6 meses) atendia aos interesses brasi­leiros e argentinos, porém, Solano López interveio apoiando os Blancos. Como D Pedro II ignorasse seus protestos o Marechal tomou duas decisões radicais:

‒  Em novembro, apreendeu o nau brasileira Mar­quês de Olinda, que navegava no Rio Paraguai, nas proximidades de Assunção, rumo a Cuiabá;

‒  Em dezembro, determinou que o Exército Para­guaio atacasse a Província do Mato Grosso.

Em abril de 1865, as tropas paraguaias invadem a Província de Corrientes, na Argentina e, em maio, o Brasil, a Argentina e o Uruguai formam uma coalizão – a Tríplice Aliança, com o intento de derrubar Solano López.

O Marechal consegue alcançar algumas vitórias no início da Guerra, mas, em seguida, sofre uma série de derrotas, vendo-se obrigado, finalmente, a convocar até crianças e idosos às armas.

As tropas brasileiras ocuparam Assunção, em janeiro de 1869, e em março de 1870, o “Marechal” foi encontrado nas Cordilheiras do norte do país e morto na Batalha de Cerro Corá.

A lembrança que os paraguaios de antanho guardaram de Solano López foi a de um “Déspota Não Esclarecido” que mergulhou o Paraguai numa desas­trosa guerra. Os ditadores paraguaios que o sucederam construíram, uma nova imagem, a de um valoroso comandante que pelejou bravamente para defender os interesses de seus compatriotas com o sacrifício de sua própria vida.

Apesar de se tornar um país democrático em 1989, o culto a López permanece e o povo paraguaio continua acreditando que a independência de seu país estava sendo ameaçada pelo Brasil e pela Argentina.

Taunay lembra na sua obra que o Tenente João Batista Marques da Cruz achou um exemplar do Jornal “El Semanario n° 690” em Curupaití que fazemos ques­tão de reproduzir para ilustrar o que acima reportamos:

À amizade do nosso infeliz companheiro de armas Marques da Cruz, devemos este número do jornal paraguaio “O Semanário” de Assunção, achado por ele nas linhas de Curupaití, em maio de 1868, pouco tempo antes de sua morte, e que para nos é de mui grande valia, como testemunho contraditório.

Esse espelho tão fiel na sucessão dos fatos quão mentiroso em suas apreciações, mostra claramente a exatidão de nossa narrativa e a natureza terrível dos perigos em que se achou a coluna brasileira.
(TAUNAY, 1874)

El Semanario n° 690
Asunción, Paraguay – Sábado, 13.07.1867
La Invasión del Norte

La presente guerra es un tejido de gloriosas coronas que formará el más precioso monumento nacional, en los anales de su historia. Donde quiera que los hermosos colores de la República flamea ante el trapo de los conquistadores, el triunfo es el séquito que lleva como el símbolo de la justicia, y de los buenos principios.

Cuando la ofensa inferida a la nación nos obligó a la guerra que llegó a ser el único desagravio que podía alcanzar nuestro honor ofendido, nos dirigimos a Mato Grosso, donde los imperiales habían acumulado formidables elementos de guerra (???).

¿Qué sucedió entonces? Coímbra fue el único punto que ha hecho frente a nuestras armas por dos días, para que pudiera revelarse allí por primera vez el temple ([2]) del soldado paraguayo, que iba a luchar por la libertad americana, y la cobardía del enemigo que huyó, entonces, como huye constantemente a la sola vista de nuestros guerreros.

Despejado aquel terreno, nuestras armas corrían hacía el E. y S. donde el enemigo no osó hacernos frente como en Mato Grosso. El tricolor nacional dominó entonces de Corumbá a Goya, de Miranda a Uruguaiana.

La traición de Estigarribia fue uno de aquellos accidentes dolorosos de la guerra; pero allí mismo el enemigo cargó todo el baldón ([3]) de aquel acto, porque no teniendo la resolución de vencer con los armas, tuvo el cinismo de comerciar con las intrigas y el oro.

No es necesario recordar las glorias que hemos recogido en nuestro territorio, pues esos recuerdos palpitantes son los que levantan nuestra frente con orgullo, los que agitan nuestro corazón de entusias­mo, y nos prestan la fe en el favorable resultado final de la lucha.

El enemigo agobiado bajo el peso de las derrotas, y de toda clase de calamidades, vegeta tristemente en el lugar que le hemos designado, perdiendo toda esperanza de avanzar con ventaja por esta parte en protección de sus fines.

Pero no por eso esos infames han depuesto sus pretensiones, y por do quiera buscan los medios de echarnos al cuello la coyunta del esclavo.

Creyendo que nuestra atención, y nuestras fuerzas estaban concentradas en Paso Pucú, pensaron dar un golpe estratégico, atacándonos por el Norte, allá donde nuestras legiones habían hecho ya sentir a los cobardes negros del imperio el poder de los que enarbolan la bandera tricolor de la República.

Más de tres mil hombres de las tres armas se precipitaron sobre nuestro territorio con la consigna ([4]) de apoderarse de la Villa de Concepción, y establecer la línea divisoria entre el imperio, y el Paraguay, por el Ypané, y el Jejuy quizá.

El Coronel Carlos de Moraes Camisão era el Jefe de la columna que venía a ejecutar las órdenes imperiales, acompáñale un gran tren, y considerable número de mujeres, con que decía venir a repoblar Concepción, y todos sus movimientos, y aparatos estaban explicando que se encaminaba a cosa hecha, y que nadie le disputaría la posición de las nuevas tierras que venía a ocupar en nombre de su soberano. Mas, los cálculos militares, y políticos concebidos en el Gabinete del imperio, y de que se prometía resultados de grandes consecuencias, fueron desbaratados del modo más cumplido y ignominioso en el campo de la acción por la alta previsión, y acertadas disposiciones del Mariscal López, y el valor marcial do los intrépidos soldados que vigilan aquella frontera.

No hemos tenido aun una campaña tan corta, fácil y tan gloriosa como la que acaban de hacer nuestros bravos en el Norte, aniquilando con una serie de triunfos, la columna conquistadora que ha llevado el estupendo castigo que merecía su audaz atentado. Los pormenores de esta campaña, es la apología de la disciplina, y valor paraguayos: y la completa nuli­dad, y cobardía del enemigo en la guerra; es una pá­gina importante, y gloriosa en la historia de la pre­sente lucha, y explica el robusto apoyo que el hecho ([5]) del Norte presta a la victoria final sobre el enemigo. Vamos a exponer brevemente a nuestros lectores.

El enemigo con cuatro batallones de infantería, un regimiento de Caballería, cuatro piezas de cañón, y muchos indios Mbayas, sus aliados, todo en número como se ha dicho de más de tres mil hombres, inva­dieron nuestro territorio, y pasaron el Apa en el paso de Bellavista el 28 de abril. Nuestra fuerza al mando del mayor Urbieta se hacía perseguir del enemigo con el objeto de concentrarlo todo lo posible, para hacer más certero el golpe que le preparaba.

Camisão avanzó hasta el arroyo primero siete leguas del Apa; pero la mañana del siete de mayo, su des­cubierta llegó a divisar el regimiento N° 21 de cabal­lería, que al mando del decidido Mayor Ciudadano Blaz Montiel había llegado en protección el día ante­rior. La descubierta fue sacudida por algunos tiros de cañón y fusilería, y volvió a incorporarse a la colum­na. Sin más precedente que esto, el enemigo se de­tuvo, y ya al día siguiente se disponía emprender la fuga, volviendo sobre sus pasos. Estaba claro, ellos venían a posesionarse tranquilamente de nuestras pobla­ciones, no contaban con ninguna oposición, porque creían indefensas nuestras fronteras, y por eso la vista de nuestros bizarros defensores les bastó, para emprender el camino del cobarde.

Más, para entonces, el denodado Capitán Ciudadano Crescencio Medina con un escuadrón del Regimiento N° 3, y una mitad de la compañía de cazadores del Batallón N° 18 al mando del Teniente Soilo Almada se había adelantado, y se encontraba en el camino que debía llevar el enemigo. Era el día ocho de mayo; este marchaba en columnas compactas formando cuadro ([6]), dentro del cual llevaba su abasto, pertrechos ([7]) y demás bagajes. (EL SEMANARIO N° 690) (Continua…)

Nero ‒ A Vida Fluminense n° 117

Por Hiram Reis e Silva (*), Bagé, 10.05.2023 – um Canoeiro eternamente em busca da Terceira Margem.

Bibliografia   

EL SEMANARIO N° 690. La Invasión del Norte – Paraguai – Assunção – El Semanario n° 690, 13.07.1867.   

(*) Hiram Reis e Silva é Canoeiro, Coronel de Engenharia, Analista de Sistemas, Professor, Palestrante, Historiador, Escritor e Colunista;  

  • Campeão do II Circuito de Canoagem do Mato Grosso do Sul (1989)
  • Ex-Professor do Colégio Militar de Porto Alegre (CMPA);
  • Ex-Pesquisador do Departamento de Educação e Cultura do Exército (DECEx);
  • Ex-Presidente do Instituto dos Docentes do Magistério Militar – RS (IDMM – RS);
  • Ex-Membro do 4° Grupamento de Engenharia do Comando Militar do Sul (CMS)
  • Presidente da Sociedade de Amigos da Amazônia Brasileira (SAMBRAS);
  • Membro da Academia de História Militar Terrestre do Brasil – RS (AHIMTB – RS);
  • Membro do Instituto de História e Tradições do Rio Grande do Sul (IHTRGS – RS);
  • Membro da Academia de Letras do Estado de Rondônia (ACLER – RO)
  • Membro da Academia Vilhenense de Letras (AVL – RO);
  • Comendador da Academia Maçônica de Letras do Rio Grande do Sul (AMLERS)
  • Colaborador Emérito da Associação dos Diplomados da Escola Superior de Guerra (ADESG).
  • Colaborador Emérito da Liga de Defesa Nacional (LDN).
  • E-mail: hiramrsilva@gmail.com.

[1]    Déspotas esclarecidos: os chamados “Déspotas Esclarecidos” adota­ram, na época, algumas ideias iluministas desde que estas se adequas­sem aos seus interesses pessoais, rejeitando quaisquer propostas de maior liberdade política. (Hiram Reis)

[2]    Temple: vigor. (Hiram Reis)

[3]    Baldón: arrependimento. (Hiram Reis)

[4]    Consigna: objetivo. (Hiram Reis)

[5]    Hecho: feito. (Hiram Reis)

[6]    Cuadro: quadrado. (Hiram Reis)

[7]    Pertrechos: armamentos e munições. (Hiram Reis)  

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