Nuestro país tiene cuatro triples fronteras: con Bolivia y Chile en el desértico sur andino; con Bolivia y Brasil en el selvático sur oriente; con Colombia y Brasil en el también selvático nor-oriente; y, con Colombia y Ecuador en nor-occidente boscoso del Codo del Güepí, zonas que son generalmente olvidadas por el Estado, el mercado, la sociedad civil y los políticos.
Las actividades informales e ilícitas son la manera que encuentran los integrantes de estas sociedades para luchar contra el olvido. Las triple fronteras del Perú, sus principales características demográficas, desde una perspectiva de seguridad humana y ciudadana son las siguientes:
Colombia-Brasil-Perú en el Trapecio Amazónico: Es una zona altamente militarizada, con reducida población – Colombia 30 mil, Brasil 20 mil y Perú 2 mil -, con pueblos indígenas que estuvieron acosados por el “Plan Colombia” orientado a combatir la guerrilla de las FARC – el Frente 53 – y están cercados actualmente por contrabando de mercadería, tala ilegal de madera y peces, cultivos de coca, tránsito del TID. Existe presencia de instituciones civiles del Estado en Leticia y Tabatinga, pero inexistente en Santa Rosa. Existen pueblos indígenas débilmente organizados en Leticia y Tabatinga, pero inexistentes en Santa Rosa, Caballococha y El Estrecho, la capital del río Putumayo por la parte peruana.
Ecuador-Colombia-Perú en el codo del Güepí: Se trata de una zona militarizada, con muy poca población – Ecuador 2 mil, Colombia 7 mil y Perú 1 mil – y pueblos indígenas que también estuvieron acosados por el “Plan Colombia” y las FARC, con transnacionales petroleras en Ecuador y empresas mineras en el Perú. Existe reducida presencia de organismos civiles del Estado y casi inexistente sociedad civil organizada. No obstante, los pueblos indígenas transfronterizos han logrado extraerle a los gobiernos tres áreas naturales protegidas: la Zona Reservada Güeppi en el Perú, el Parque Nacional La Paya en Colombia y el Parque Nacional Cuyabeno en Ecuador.
Bolivia-Brasil-Perú en la Zona MAP (Madre de Dios, Acre y Pando): Es una zona que aún no está militarizada/policializada – salvo el corredor minero en la parte peruana – con importante población (Pando 52 mil, Acre 750 mil y Madre de Dios 120 mil) con poblaciones indígenas relativamente organizadas, colonos ribereños, campesinos y asalariados rurales también organizados, una destacable presencia de instituciones civiles del Estado y Gobiernos Locales y una fuerte presencia de sociedades civiles parcialmente representadas en la Iniciativa MAP, que es una articulación de académicos, funcionarios gubernamentales locales, ONGs y líderes de organizaciones sociales de base.
Bolivia-Chile-Perú en la Línea de la Concordia: Zona militarizada, desértica, con muy poca población permanente – Bolivia 2 mil, Chile 2 mil y Perú mil -, con pueblos quechua-aymara principalmente bolivianos y peruanos dedicados al comercio transfronterizo informal (contrabando), acosados por militares y policías. Presencia de tráfico ilícito de drogas. Inexistente presencia de organismos civiles de los Estados y de sociedad civil organizada.
Estas zonas geográficas fronterizas olvidadas y “calientes” están marcadas por diversas características que las hacen particulares. Por ejemplo, están siendo fuertemente impactadas por actividades con fines ilícitos y de delincuencia organizada como cultivos para drogas —principalmente coca y amapola—, tala ilegal de maderas, minería informal, tráfico de especies en extinción, tráfico de armas, contrabando y trata de personas.
Además de eso son altamente vulnerables a los impactos del cambio climático, la deforestación, la desaparición de especies de flora y fauna y la violación permanente de los derechos territoriales y culturales de los pueblos indígenas originarios, campesinos, bosquecinos y habitantes urbanos.
Contienen corredores biológicos de inconmensurable valor y áreas naturales protegidas transfronterizas, además de ser fuentes importantes de agua dulce para consumo humano, sumideros de carbono y contenedores de enormes conocimientos tradicionales.
En materia de infraestructura se han construido, se están construyendo o se construirán megaproyectos carreteros como IIRSA Norte, Centro y Sur; también energéticos, extractivos como ejecución de proyectos de minería, gas y petróleo y agropecuarios como biocomercio soyero, biocombustibles, etanol de caña y ganadería mayor. Todos estos proyectos impactan la biodiversidad, la sostenibilidad alimentaria, las culturas y las economías de la mayor parte de la cuenca amazónica.
Son territorios significativamente militarizados y policializadas y son zonas donde proliferan diversas formas de corrupción pública y privada, crimen organizado y en general formas antidemocráticas de relaciones sociales y políticas.
Cuándo discutimos sobre la crisis actual, no podemos ni debemos seguir soslayando dos problemas básicos y actuales de nuestras sociedades: ambiente/clima y delicuencia /informalidad. En el contexto descrito de las triple fronteras, la tentación de la militarización-policialización de la lucha contra la delincuencia organizada no resuelve el problema sino lo dispersa y transforma en un blanco móvil. Lo que hay que hacer es construir procesos de Desarrollo Rural Territorial Transfronterizos con Ordenamiento Territorial, consensuado con actores sociales y políticos locales, especialmente pueblos indígenas originarios. Para ello, el CEPLAN tiene la palavra.
Fuente: OtraMirada: http://www.otramirada.pe/el-per%C3%BA-y-sus-fronteras-calientes-olvidadas
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