Brasil: indígenas contra represas

La energía hidráulica, promocionada como ecológica, destruiría los bosques del pueblo Munduruku, e incluso podría aumentar las emisiones de gases de efecto invernadero.

El líder indígena Geraldo Krixi Munduruku sufre de insomnio. A sus 58 años, vuelve a sentir los temores que lo agobiaron en 1989, cuando escuchó hablar, por primera vez, de la construcción de una represa en el río Tapajós, estado brasileño de Pará.

Ahora, el gobierno de Brasil anuncia la construcción de la central hidroeléctrica de São Luiz do Tapajós, este mismo año. “El río y el bosque son como nuestra madre”, dice Krixi y pregunta: “Si represan el Tapajós, ¿cómo vamos a sobrevivir? ¿A dónde iremos?”. La represa inundaría un área del tamaño de la ciudad de Nueva York.

Energía para el desarrollo

El río Tapajós fluye a lo largo de 800 kilómetros a través de los estados de Mato Grosso, Amazonas y Pará. La Empresa de Energía de Investigación de Brasil (EPE) prevé construir siete represas en la cuenca del Tapajós, hasta 2024.

Los miembros de la comunidad Munduruku nunca fueron consultados. ONGs ecologistas destacan el valor ecológico de la región. “Es un increíble proyecto innecesario y destructivo”, dice Bunny McDiarmid, codirector ejecutivo de Greenpeace Internacional, durante una visita a la región.

El Ministerio de Minas y Energía de Brasil aduce que la energía hidráulica es importante para el desarrollo del país. El ministerio afirma que “los proyectos hidroeléctricos modernos se caracterizan por el respeto al medio ambiente y las poblaciones aborígenes”. Además, dice el Ministerio en un comunicado, “dicho proyecto incluye planes de compensación ambiental y social, mejoras en las comunidades locales, y el compromiso con los protocolos internacionales”.

La megarrepresa del Tapajós haría posible otro plan de los Ministerios brasileños de Transporte y Agricultura: construir una vía fluvial para el transporte de granos del estado de Mato Grosso a Asia, a través del Canal de Panamá. Mato Grosso es el productor de soja más grande de Brasil, y su principal comprador es China.

Los indígenas son los preservadores de la naturaleza

Pero la construcción de São Luiz do Tapajós, con una capacidad de 8.000 megavatios de generación eléctrica, no podrá comenzar, por ahora. El Instituto Brasileño de Medio Ambiente y Recursos Naturales (IBAMA) ha suspendido la licencia ambiental, argumentando que quiere esperar una evaluación final de la Fundación Nacional Indígena (Funai). Así, el destino de Tapajós y de la comunidad Munduruku dependerá ahora de las decisiones en Brasilia.

A Jeremy Campbell, profesor de la Universidad Roger Williams, Rhode Island, le impresiona la fortaleza de los munduruku, antes conocidos como guerreros que decapitaban a sus enemigos. Los europeos los vieron, por primera vez, a mediados de 1700. A menudo perseguidos e intimidados por colonos que buscan quitarles sus tierras, el pueblo munduruku siempre ha demostrado “una increíble unidad”, dice a DW el etnólogo Roger Williams.

La conclusión de Antonio Dace Munduruku, uno de los aldeanos, es certera: “En las grandes ciudades y países ricos miran hacia la Amazonía como un lugar vacío, como una gran zona verde de la que todo el mundo quiere un pedazo. Muchos hablan de la importancia del clima y los bosques y se olvidan de que somos los indígenas los que los preservamos”.

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